sábado, diciembre 17, 2011

Divagaciones nocturnas

Anoche mi esposo y yo nos disponiamos a dejar a mi madre en su apartamento, despues de haber cenado un nutritivo perro caliente en “El Flaco”. Ibamos llegando a la avenida principal de Quinimari, cuando sorpresivamente mi esposo cambia nuestro rumbo con un giro del timon y exclama: Vamos a gasolinear! En mi cara se esbozo una sonrisa picara, mientras mi madre se mostraba reacia ante tal actividad no agendada y sobre todo para un viernes en la noche en San Cristobal, previo al receso decembrino, donde hay mucha gente con altos niveles de alcohol y parranda en la sangre circulando por toda la ciudad. Al final logramos convencerla y comenzamos a dar vueltas por las principales arterias de esta tierra tan querida para mi. Ahora que mi embarazo esta bastante mas notorio, no he vuelto a desempenar el rol de piloto, y aprovecho de entretenerme mirando por mi ventana los paisajes, el cielo, la gente, las nuevas construcciones, los edificios viejos con historias desconocidas, y multiples recuerdos vienen en tropel a mi mente. En especial de aquellas noches de “gasolineo” que soliamos hacer mi papa y yo – mucho antes de que se inventara la palabra que lo describiera - tambien de noche y sobre todo al salir de la universidad, cuando mi papa aun era profesor de pregrado y yo una estudiante. En ese entonces eramos mi papa y yo, compinches, complices de aventuras, de misiones imposibles, de disquisiciones filosoficas, en resumen, miembros honorarios de nuestro Club de Tobi ( de este club tan importante hablare en otro momento). Mi papa solia ir a buscarme a la universidad cuando tenia clases nocturnas, y generalmente los dias viernes despues de una semana agotadora y extenuante de examenes y trabajos, de rumbo a la casa mi papa me preguntaba: Que tal una vueltecita? Mi afirmativa quedaba mas que clara con un estridente Siiiiiii mientras empezabamos a recorrer las avenidas que conforman el perimetro de San Cristobal. Por supuesto, no podia faltar en este paseo la musica a volumen moderado de la radio ( no teniamos casetera en el Tico ) tocando los ultimos exitos del momento, como Santana haciendo cantar su guitarra mientras Rob Thomas lo acompanaba con su voz tan particular. Recuerdo que era mas frecuente el silencio entre nosotros durante estos paseos, y simplemente escuchabamos la musica mientras pasaban los faroles y los arboles rapidamente a nuestro lado. Mama nos estaria esperando en la casita con todo el amor del mundo y por supuesto con el infaltable tecito y algo rico para cenar. Como cambia el mundo en tan solo unos anos! Extrano lo segura que me sentia en esta ciudad en esos dias, cuando le hacia mas honor a su definicion “La ciudad de la cordialidad”, no habia tanto trafico, la gente era mas respetuosa y considerada, habia mas verde que el gris cemento, y no imperaba la sombra de la violencia en cada esquina ni a toda hora. Rezo porque la entropia no sea una ley del todo en esta sociedad y porque la nena que me da muestras de su carino estirandose en mi vientre, pueda disfrutar una infancia y juventud tranquila, sin tantos miedos y como decia Papio, “con rosas sin espinas”, o al menos no tan peligrosas y ponzonosas las espinas. Vuelvo en si repentinamente y ya estamos frente al bloque 33 estacionandonos para dejar a mi madre en su casa. Hasta manana! Cuidense y avisen cuando lleguen! Rumbo al San Juan, mi mano encuentra la de mi esposo en mi regazo, mientras va concentrado en las avenidas mal iluminadas y cantando en voz baja alguna cancion. Un sentimiento renovado de paz me embarga camino a casa.

 
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