Nada. Nada puede lastimarme ahora.
Soy sagrada desde que me vestí con tus manos.
Tu lengua ha sanado todas mis heridas.
Me he vuelto inmortal en el oasis cálido de tus pupilas.
El desierto era sólo un espejismo.
Su secreto está tatuado en mis retinas.
2 comentarios:
ya comienzo a ver flores creciendo en ese jardin de palabras....
me alegra mucho, pero mucho.
Me encantó esa última frase, llena de la historia impresionante de la primera.
Un abrazo.
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