martes, septiembre 08, 2015

Kintsukuroi


Cuenta una leyenda que en una antigua ciudad resguardada entre las montañas asiáticas, se celebraba un hermoso ritual matrimonial. 

El consejero de la ciudad les daba en ofrenda a la nueva pareja un cuenco de arcilla, adornado con las palmas de las manos de los novios, entrelazadas entre si. Este presente, otorgado como símbolo de la nueva unión, debería mantenerse cuidado y prestar cobijo a una planta de buena fortuna.

Una pareja que tenía varios años de casada y con tres bendiciones infantiles decidió mudarse de casa. Al desempacar sus bienes en el nuevo hogar, cual no fue su angustia al ver roto el cuenco de arcilla. 
Fueron a hablar con el consejero de la ciudad porque no sabían de ningún caso similar y menos que sería indicado. Con una mirada benevolente el consejero los remitió con su hermano gemelo que vivía en la otra montaña. El sabría que hacer, les aseguró.

Caminaron en compañía de sus críos por dos días hasta llegar a la montaña y encontrar la casa del ermitaño. Igual que su hermano, sus ojos llenos de ternura los embargo de tranquilidad mientras posaban en sus manos el cuenco en pedazos.


- ¿Ustedes saben que simboliza realmente este cuenco? - Les preguntó el ermitaño. Ante la negativa de la pareja, comenzó a hablar el ermitaño:

"El cuenco de arcilla simboliza la conexión divina entre ustedes.
El corazón no es de cristal.
Su latir no es de papel.
El amor es de barro.
De agua y tierra su cuerpo,
De fuego su temple,
De aire su espíritu.
Guarda sus sueños.
Su belleza y su fragilidad van de la mano."


Al decir esto el ermitaño, la esposa no pudo contener las lágrimas porque pensó que su relación estaría atada al destino del cuenco. El esposo la abrazo fuertemente.
El ermitaño sonrió pícaramente y prosiguió.

"La fragilidad del cuenco termina misteriosamente cuando este se rompe. Y comienza una nueva vida, llena de fortaleza y renovada belleza."

Dicho esto, el ermitaño le dio un pañuelo a la joven para que enjugara sus lágrimas.

"Si desean arreglar su cuenco, les advierto que no es fácil, pero si lo logran el resultado será  maravilloso. Yo les enseñaré los pasos y materiales necesarios para repararlo.Primero es necesario limar los pedazos del cuenco hasta que estén suaves como terciopelo. He aquí mis herramientas para que comiencen con la tarea." 

Ambos esposos diligentemente comenzaron a limar los trozos de arcilla. Al cabo de unas horas los trozos estaban impecables. Sin embargo las manos de los esposos habían sangrado por el trabajo arduo.

Al día siguiente el ermitaño les dijo que necesitaba un cántaro del agua mas cristalina que conozcan. Salieron los esposos a buscar el rió prístino mas cercano. Entrada la noche, llegaron extenuados con el cántaro rebosante de agua.

Entonces el ermitaño sacó arena, oro en polvo y un frasco con un líquido traslúcido. Mezclo todos los ingredientes junto con el agua cristalina y una vez que la sustancia dorada tenía un aspecto cremoso, el ermitaño habló:

"Las fracturas serán selladas con cicatrices de oro. La arena de la mezcla es el tiempo que ustedes dedican a cuidarse mutuamente. El agua es la transparencia que hay en sus emociones y pensamientos. El oro como metal precioso incorruptible otorga la fuerza y belleza a este cuenco que renace. Y siempre hay un ingrediente secreto, que no es sino la magia de la creación.
Dejen que sus hijos los ayuden a armar el cuenco mientras ustedes unen las piezas. Y más importante aún, disfruten de su artesanía."

Así fue, la pareja junto a sus tres hijos comenzaron a unir cada una de las partes del cuenco. Entre risas y canciones la reparación se realizó despacio, pero armoniosamente.

Una vez terminado, el cuenco de arcilla regalaba destellos dorados por sus costados y su interior. Más hermoso y más fuerte que cuando era nuevo.

Los esposos y sus hijos volvieron dichosos a la ciudad. A todos les mostraron su cuenco y procedían a contarles su historia. Vivieron muchos años llenos de bendiciones y salud. ¿Que mas podían pedirle a la vida?

Nunca olvidaron las ultimas palabras que el ermitaño les brindó aquel día:

"El amor es de barro. El amor toma la forma que ustedes deseen darle. Y siempre que los artesanos deseen repararlo con todo su ser, podrán hacerlo divinamente."

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